miércoles, 6 de julio de 2016

Conversacion 1

- ¡Déjame  solo! -dije a la soledad, - aunque sea imposible.
- No -responde el eco resonante  la lúgubre noche marchita.
- ¿Porque me atormentas? -pregunte rápidamente, sin dejar escapar u  segundo.
Por un instante todo quedo en silencio...
- No te atormento, tu eres el que busca mi compañía -respondió  el eco con voz grabe, -cada ves que vienes a mi tengo que soportar que  me eches la culpa de todo.
- No es así ... -tratando de poner una excusa quede pensando.
- Si no es asi, entonces dime ¿porque sufres mi compañía? y cada  ves que vienes a mi terminas llorando - respondió con un tono ya mas cortante.
-Es solo que siento que no debo estar sólo -ya  rozando el llanto, -todo se vuelve dolor y siento que el corazon se escapa de mi ser, para irse y no volver.
-Si tanto deseas no estar con migo, porque no empiezas  por aceptar que yo no soy el causante de tu soledad. O ya no recuerdas, que cuando todos trataban de acercarse a ti tu ponías  ese muro de ladrillos alejando a todo el mundo -dijo el eco.
-Tienes razón, yo fui el culpable pero cuando intente cambiar la situación ya era tardé -con lagrimas que brotaban de mis ojos como una catarata de emociones, un dolor inmenso invadió mi cuerpo.
El eco de la soledad no respondió, solo me quedo un sabor metálico en la boca. Después  de estar mucho tiempo en completo silencio y oscuridad alguien me dijo.
-¿Entiendes que fue lo que te pasó hijo mío? -dijo una vos cálida que venia de un lugar que no podía ver por la densa penumbra.
-Si, -respondí ya aliviado de mi dolor, -intente buscar una salida a mí mismo, pero lo único que encontré fue una soga y mucho valor, tanto valor como jamás creí tener.